Hija de una madre alcohólica, farmacodependiente y con problemas mentales que no solo la llevaron a alucinar a toda hora sino a la muerte, y encima un padre que dependía del alcohol, las drogas y quien permanecía sumido en el bajo mundo, lo más probable es que estuviera condenada a seguir un destino similar.
Sin embargo Elizabet Murray, todavía adolescente y en el momento en que quedó huérfana, decidió sobreponerse a las circunstancias que lucían adversas, y a no permitir que la calle la llevara a someterse al estilo de vida disipado de quienes le rodeaban.
No fue fácil. Jamás en ese tiempo lo fue. Sacó a flote su dignidad rechazando las múltiples alternativas que le presentaron hombres y mujeres de todas las clases y ocupaciones: desde profesionales hasta vagabundos que buscaban restos de alimento en los tarros de basura.
Esta joven luchó por sus sueños. A los dieciséis años había concluido la secundaria en unas condiciones de precariedad indescriptibles. Ante la imposibilidad de proseguir una carrera profesional, se fijó la meta de encontrar oportunidades. Iba a cuanto establecimiento universitario conocía en procura de conocer los avisos sobre becas, hasta que logró aplicar en una que ofrecía el New York Times.
Cuando se reunió con sus directivos, tras haber sido preseleccionada, les dijo: “Toda la vida he luchado con decisiones que han buscado ser acertadas, con ayuda de Dios. Comprendo que otros jóvenes han pedido su apoyo con esta beca. Ahora soy yo quien les pide que tomen la mejor decisión: apoyarme”. Liz Murray terminó una carrera y ejerció en el prestante diario neoyorkino. Con base en su vida se escribió el relato “De la calle a la universidad” que fue llevada al cine.
En Dios, podemos alcanzar metas siempre
No hay metas imposibles cuando nos gobierna la determinación de vencer los obstáculos y una fe indeclinable en el poder de nuestro amado Creador. Este convencimiento –que debe convertirse en un principio de vida cristiana práctica—motivó al salmista a escribir: “Dios hace habitar en familia a los desamparados; Saca a los cautivos a prosperidad; Mas los rebeldes habitan en tierra seca” (Salmos 68:6).
No existe situación, por difícil que parezca, a la que no podamos sobreponernos con la asistencia divina. En usted y en mi están grabadas las condiciones necesarias para vencer. Dios nos creó para ser ganadores, no derrotados. Pero es necesario que tomemos conciencia de nuestra condición y emprendamos el camino para superar la adversidad.
Con el apoyo del Señor Jesucristo podemos alcanzar grandes metas…
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