Nadie en casa. La soledad puede palparse en el lugar. Esta avanzada la noche. Llegó del templo temprano. El mensaje fue edificante. “Justo lo que necesitaba para mi vida”, pensó. Ahora está navegando en Internet. Ya se cansó de leer los mensajes de correo electrónico y piensa: “¿Por qué no buscar algo más fuerte?”. No. Rechaza la idea. Pero la idea le asalta de nuevo unos segundos después. Y movido por ese deseo, pronto se encuentra visitando lugares de contenido específico de pornografía. “¡Nadie lo sabrá jamás!”, razona.
La mayoría de quienes, siendo creyentes en Jesucristo, quedan atados por información e imágenes inmorales, comienzan así. Cuando la curiosidad hormiguea en su ser. Cuando menos lo esperan, están inmersos en un mundo bajo en el que lo que comenzó como fantasía, termina convirtiéndose en cadenas que se enredan más y más en su ser. No dude que pronto su vida espiritual y personal habrá llegado a un nivel de estancamiento del que difícilmente podrá escapar en sus fuerzas.
El número de páginas pornográficas es hoy diecisiete veces más grande que hace cuatro años. En el 2000 eran alrededor de noventa mil páginas. Hoy sobrepasa el millón seiscientas mil. ¿Se da cuenta de lo que significa? A menos que usted y yo permanezcamos firmes, guardando nuestro ser asidos de la mano de Jesucristo, podemos ser bombardeados, como el mundo entero, por anti valores.
Algo más, de acuerdo con los expertos, conforme aumenta la disponibilidad del ancho de banda y de conexiones de alta velocidad, aumentan la calidad y cantidad de la programación en línea. Ahora recurren incluso a poner una dirección de Internet y cuando usted la visita, lo llevan a ver pornografía.
Rechace lo que le contamina
Nuestra actitud debe ser de rechazo y de evitar toda información contaminante que entre a nuestro cerebro por el sistema visual o auditivo.
La Palabra es clara cuando en ella Pablo nos advierte: “Por eso hermanos, les ruego que entreguen toda su vida como sacrificio vivo a Dios, quien nos ha mostrado compasión. Esa ofrenda que es su vida debe estar dedicada solamente a Dios para poder agradarle. Esta clase de adoración es la que realmente tiene sentido. No vivan según el modelo de este mundo. Mejor dejen que Dios cambie su vida con una nueva manera de pensar…” (Romanos 12:1, 2. Nuevo Testamento, la Palabra de Dios para todos).
Todo nuestro ser debe estar gobernado y al servicio de Dios. Es el paso ineludible para que avancemos en la transformación personal y espiritual que tanto anhelamos. Quien no domina sus pasiones, sin duda terminará arrastrado por ellas. Es hora de controlar sus acciones. Si humanamente –como es natural– no puede lograrlo, busque la fortaleza en Jesucristo. Con ayuda de El podrá lograrlo. No espere hasta mañana, comience hoy mismo.
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