Job 19:25-27
En una de las historias bíblicas más antiguas, el corazón de un mero mortal queda atrapado en el fuego cruzado entre un líder rebelde y el Rey del universo.
Según Satanás, Dios ha comprado el corazón de Job protegiéndolo a cambio de su lealtad. Como respuesta a la acusación de soborno, Dios permite a Satanás, probar a Job con una serie de pérdidas desgarradoras.
Inmediatamente después del sufrimiento de Job, tres amigos y un espectador hacen peor su desgracia acusándole de esconder un pecado que explicaría su sufrimiento.
Aunque Dios no dio a Jacob respuestas que éste estaba buscando, su historia se combina con el resto de las Escrituras para darnos un vislumbre del antiguo arte de la guerra espiritual.
El diablo no es nuestro mayor problema, la historia de Job es un recordatorio eterno de que aunque tenemos adversarios en los lugares altos (Job 1, Efesios 6:12)…porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados y potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, etc, tenemos la seguridad de que es nuestro peor enemigo. Dios controlaba a Satanás, el rebelde no podía hacer nada más de lo que Dios le permitiera.
No subestimemos al enemigo según el NT., hablar con arrogancia contra Satanás es una característica de la falsa enseñanza (2.ª Pedro 2:10-12) Hasta el Arcángel Miguel mostró humildad y deferencia a Dios en su propia lucha contra el diablo. En vez de presumir de que tenía autoridad sobre Satanás, Miguel no se atrevió a desafiar a su enemigo sino que dijo: “El Señor te reprenda”
He querido escoger como base de la meditación las esperanzadas palabras de Job, cuando dice: “Yo sé que mi redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de desecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios, al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí” Job 19:25-2
La idea principal destacada en el pasaje de Job, es la profunda convicción que sentía acerca de su futuro encuentro con Dios, y la propia seguridad de que el propio Dios iba a ser su defensor y el que pusiera en claro su inocencia.
Consideremos brevemente, esa seguridad de Job, la razón que tenía para sentirse tan seguro, y la base que nosotros tenemos para poseer una seguridad tan firme como la de Job.
La seguridad de Job
Fijémonos con que aire de seguridad habla Job y con que confianza se expresa: YO SE. ¡Qué manifestación de seguridad tan hermosa! Las palabras que van a brotar de sus labios y que él desearía grabar en la roca como testimonio perpetuo para la posteridad, no son meras conjeturas, ni gratas suposiciones, ni hermosas aspiraciones secretas; sino que son la manifestación de una convicción personal y firme.
Las palabras de Job constituyen la expresión de fe más solemne que encontramos en todo el AT., y una de las más sublimes de toda la Biblia.
…y la hace una persona que se siente abandonada por Dios y despreciada por los hombres; una persona que sabe que va a ser puesta a prueba en este mundo, y separada de lo que le es más querido.
Pero su fe es tan grande que cuando sus amigos le acusan de ignorante y de poseer un conocimiento vano, él expresa abiertamente la firmeza de sus convicciones; cuando los hombres ponen en duda su integridad, él manifiesta sin lugar a dudas su creencia en Dios, su confianza de que ese Dios es justo.
En nuestros días, tanto los filósofos como los teólogos, enfatizan mucho el aspecto existencialista de la vida. Es la participación personal, el “yo”, lo que adquiere verdadera importancia en las cosas.
Lo curioso del caso es que este aspecto existencialista, tan en boga en nuestros tiempos, está fuertemente enfatizado en las Escrituras.
La Biblia enfatiza extraordinariamente la relación íntima de cada persona con Dios: “Jehová es mi pastor, nada me faltará” clamaba el salmista “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos” escribía Pablo, “que Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy, el primero”, es decir yo soy el más importante, yo soy el más interesado, fuera de mi entorno no hay nada.
“Yo se en quien he creído” diría más tarde el mismo apóstol
El mismo Jesús tras preguntar a los discípulos lo que la gente pensaba de él, les hizo una pregunta directa, para que ellos dieran su propia respuesta:”Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Mateo 16:15.
Esta misma idea se halla reflejada en las palabras de Job al decir: “Yo sé que mi Redentor vive,…en mi carne he de ver a Dios”, esto es una confesión de fe personal, independiente de lo que los demás puedan pensar, a pesar de las circunstancias adversas, Job tiene la plena seguridad de que Dios no le va a fallar, como le fallaron los amigos a quienes apeló en vano (vs.19: 21-22)…leer
Este hermoso pasaje nos enseña que no basta conocer lo mucho acerca de Dios o de Jesucristo, sino que hay que conocerles íntima y personalmente, no basta con tener un conocimiento de segunda mano, sino conocerles directamente, que no basta repetir lo que otros dicen, sino que hay que poder decir, como Job y como Pablo “Yo sé”
Yo sé que mi Redentor vive y que no me ha de faltar, Yo sé que aunque ahora sufro y muero en la carne, un día veré a mi Dios cara a cara.
Yo sé que aunque a veces mi vida parezca un infierno, me está aguardado un cielo donde no habrá lágrimas ni sufrimientos.
Yo sé que aunque parezca que el Señor me abandona y no escucha mis oraciones, será un día mi defensor…tal era la seguridad de Job.
¡Qué contraste tan grande entre la muerte del creyente, que está seguro que va a seguir viviendo una vida de bienaventuranza en la patria celestial, y la muerte del escéptico que cree que todo se ha acabado!
¡Qué contraste tan grande, también entre la muerte del creyente en Cristo, que está seguro que todos sus pecados han sido perdonados y que va a morar directamente con Dios, y la muerte del creyente que sigue con dudas y temores, pendientes que sus deudos y allegados no se olviden de orar y de ofrecer sacrificios en su favor!
1. LA BASE DE LA SEGURIDAD DE JOB
La razón por la cual Job estaba tan seguro de lo que afirmaba es porque había puesto su confianza en un Dios vivo.
Job, estaba cierto de su propia experiencia pasada; tenía conciencia de haber mantenido una vida de adecuada de comunión con Dios y de sus relaciones con los hombres.
Ese Dios justo, pensaba Job, no va a permitir que al final, su siervo pase por ser un hombre malo, sin serlo, sino que el propio Dios ha de mostrar su inocencia.
La palabra hebrea “Redentor”, es goel, éste es un término técnico que en el código mosaico, se aplicaba al pariente más cercano, y que en virtud de su parentesco, tenía ciertos deberes que realizar, tales como rescatar a la persona de la esclavitud (Génesis 14:14-16); para pagar sus deudas, para recuperar una propiedad vendida; y especialmente vengarle en caso de asesinato (Números 35:12) Por extensión, el término goel, se aplica al defensor del oprimido, y por lo mismo de forma especial, al defensor por excelencia, a Dios. El fue el que libró al pueblo de la esclavitud de Egipto.
Dios sigue siendo el goel de los individuos, en cuanto a que los libra de la muerte.
Por eso, cuando Job ve que sus familiares y sus amigos le abandonan, apela a Dios, que no le puede abandonar, ya que ese Dios, es su goel, su defensor.
El problema de Job, es ante todo un problema religioso, como persona piadosa, sufre al darse cuenta de que, siendo inocente, parece no gozar del favor de Dios.
¿Porqué permite Dios tal cosa?¿Porqué consiente Dios que sus amigos le consideren como a un hipócrita, y le desprecien como a un hombre pecador?
Eso no lo comprende y su corazón se ve torturado, pero en lugar de desesperarse, apela a su fe, a su conciencia y al testimonio de que Dios es justo, que está por encima de los hombres y que el tiempo manifestará su inocencia y demostrará que sus amigos le juzgaron erróneamente.
Job, sabe que Dios es goel, es su defensor, es la única realidad en quien puede confiar, que un día se mostrará como amigo, y que puede seguir confiando. Por eso exclama “Yo sé que mi Redentor vive”
2. LA BASE DE LA SEGURIDAD DEL CREYENTE
Como creyentes en Jesucristo y sabedores de lo que él ha realizado en nuestro favor podemos tomar en sentido literal las palabras de Job, si sabemos cada uno que tenemos un Redentor que no está muerto, sino que vive, y que tenemos un abogado defensor ante Dios, tenemos una base de seguridad extraordinaria
Sí; como creyentes, estamos seguros de que nuestros pecados han sido perdonados porque así, lo dice su Palabra, como creyentes estamos seguros de que podemos vencer las tentaciones, como creyentes estamos seguros de poseer la vida eterna, porque tenemos a Cristo en nuestro corazón.
¿Qué más necesitamos como creyentes?
Mis ojos lo verán…Job, 19:27
Nuestros ojos valen, con ellos vemos lo que nos rodea, la naturaleza con sus hermosos paisajes, las tardes de verano cuando el sol principia a perderse y aparece la luz de la luna, con su resplandor Nuestros ojos tienen valor, porque con ellos vemos las pinceladas del artista.
No obstante nuestros ojos, verán algo más sublime y hermoso que nos haga repetir las palabras del discípulo en la Transfiguración, “Maestro, bien es que nos quedemos aquí y hagamos tres enramadas”
“y mis ojos le verán”… ¡Qué hermosa expresión! ¡ también podemos exclamar como Job! “Yo sé que le veré cuando venga en las nubes, oiré su voz, veré sus ojos”, los mismos que lloraron sobre la ciudad de Jerusalén, los mismos que se humedecieron ante la negación de Pedro, los mismos que pudieron ver a un Judas que le estaba entregando.
Mis ojos verán su rostro, no como una sombra de dolor, no con sangre por la corona de espinas, mis ojos lo verán lleno de poder, de amor y de gloria.
Mis ojos verán su cuerpo ya no más encorvado por el peso de la cruz.
Mis ojos lo verán irradiando felicidad y descanso.
Lo he ver como Salvador, o como juez, Job, podía estar soñando de esta manera ¿cómo le veremos cada uno de nosotros?
Que el Señor, nos ayude a vivir gozosos y confiados, sabiendo que tenemos un “Redentor” que vive para siempre y que no tenemos que temer por la muerte, como diría Pablo: “Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna otra cosa nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.
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